Se han encontrado válvulas en diversas ciudades mediterráneas como Rabat, Djemila, Istambul, Avarches, Augusta y Nápoles, en las que el vástago era cilíndrico. También hay evidencia del uso de válvulas de retención para evitar el retorno del fluido, así como válvulas angulares y válvulas mezcladoras.
Durante la Edad Media no hubo avances en este campo. Fue durante el Renacimiento, con la construcción de canales, riegos y sistemas hidráulicos, cuando se desarrollaron válvulas más sofisticadas. La historia moderna de la industria de la válvula empieza de forma paralela a la Revolución Industrial. En 1705, Thomas Newcomen inventó la primera máquina de vapor, que necesitaba de válvulas que fueran capaces de contener y regular el vapor a altas presiones.
A medida que inventores como James Watt diseñaban nuevas máquinas, estos iban mejorando el diseño de las válvulas. Pero tuvieron que pasar bastantes años para que la producción de válvulas fuera a gran escala, y de forma independiente a la utilización de proyectos particulares.
UNA DE CÓDIGO
DA VINCI
Si alguien había pensado que en este mundo de la válvula no hay cabida para el misterio y los grandes genios está muy equivocado. Nada más y nada menos que Leonardo da Vinci fue el inventor de la bomba centrífuga y del tornillo sin-fin. Diseñó asimismo válvulas de retención muy parecidas a las que se utilizan hoy en día. Durante el Renacimiento, Leonardo da Vinci nos dejó una buena muestra de válvulas en sus bocetos.
En esta fotografía podemos ver una de sus válvulas de retención cónicas, que permiten que el fluido pase por el tubo en una sola dirección, de modo que se impide el retorno. Se trata de un tipo de válvula hidráulica muy empleado aún en la retención de los fluidos en obras civiles e industriales.
Leonardo había estudiado este tipo de válvula en un proyecto de manchas de agua para forjas y fundiciones.